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Diario del juicio

Todo el material aquí vertido pertenece a la Multisectorial contra la Represión y la Impunidad de Neuquén y puede y debe ser difundido.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Audiencia 3: última jornada de testimonios y pedidos de condena

Inés Ragni y Ely Hernández - Foto
Cecilia Maletti
En la tercera audiencia por el juicio contra el oficial Claudio Salas, asesino confeso de Braian Hernández, atestiguaron el joven que conducía el auto en el que se trasladaban -quien pudo dar cuenta de la violencia estatal que ejercen las y los uniformados de la Comisaría 18-, dos policías y la médica forense que analizó el cuerpo del niño fusilado el 19 de diciembre del 2012. También declaró el único imputado en la causa y se presentaron los alegatos de las partes, cuyos pedidos de penas se polarizaron entre perpetuas y absolución. El próximo viernes 6, a las 12 del mediodía, el Tribunal dará a conocer su sentencia.


Gustavo Gabriel Gutierrez fue el primero en declarar hoy. Dijo que le tiene miedo a la policía, porque ya ha sido su víctima: “siempre que me veían me llevaban y me pegaban”, argumentó. Narró que la noche del 18 de diciembre pasado estaba en su casa cuando llegaron los seis menores con la cupé fuego del padre de uno de ellos, que se quedaron tomando cerveza en una vereda y luego se condujeron al barrio Cuenca XV hacia lo de su hermana. Cuando volvían por la calle Casimiro Gómez, se cruzaron un patrullero que “dio la vuelta y prendió la baliza”, a lo que agregó que “los chicos me pidieron que acelere y aceleré, porque siempre que me agarran me pegan en la 18”. Al avanzar, ven otro patrullero en el medio de la calle, sin luces: “iba a frenar cuando sentí el disparo”, dijo el joven, que además relató que al mirar hacia atrás por sobre su hombro vio en la luneta un agujero y “todo trizado”. Al ver que la policía se acercaba, atinó a escaparse y esconderse en el patio de una casa.
Gustavo Gabriel Gutierrez - Foto Cecilia
Maletti
“Yo ya tenía problemas con la policía, por eso les pregunté antes de subirme si tenían algo”, relató Willi en relación a la ausencia de armas: “si tenían un arma yo no me hubiera subido”. El joven también contó que en la Comisaría 18 ya había sido amenazado con que “si me volvían a ver otra vez en la calle me iban a matar”.
En segundo lugar declaró la médica forense Jorgelina Carmona, que fue quien realizó la autopsia sobre el cuerpo de Braian Hernández. Leyó el informe que elaboró luego del análisis, en el que se constataba un traumatismo cráneo encefálico grave por herida de proyectil de arma de fuego que ingresó de izquierda a derecha -donde quedó alejado- y ligeramente de abajo hacia arriba.
Nelson Flores también es policía y fue el tercer testigo de la mañana. Se desempeña en la Comisaría 18, donde también lo hacía Claudio Salas. Dijo que el asesino de Braian Hernández tenía “buen desempeño” en sus tareas, relató que esa noche le confesó “defendí a mi compañera y mirá en lo que terminó”. También reconoció que si a él alguien lo apuntara con un arma, dispararía. Estigmatizó a la zona del oeste de la ciudad como “muy particular” describiendo que “una persecución en el centro no es lo mismo que una persecución en el oeste” y que “vive mucha gente marginal en casillas que habitan hasta diez personas”.
Foto Cecilia Maletti
La función de Daniel Abarzúa, último testigo de la jornada, consiste, según definió, en “supervisar las comisarías de la zona oeste”. Ese día lo llamaron a las tres de la mañana y llegó al lugar desde la vecina localidad de Plottier, donde le informaron que Salas había efectuado un disparo. La defensa, representada por Nahuel Urra y Gustavo Lucero, insistió en la descripción de la jurisdicción en la que se desempeña, a la que calificó -como sus colegas de la fuerza- de “zona conflictiva”.

Lágrimas de cocodrilo

Claudio Salas, asesino confeso de
Braian Hernández - Foto Cecilia Maletti
A partir de las 12:20 comenzó a declarar el oficial policial Claudio Salas, autor del disparo que asesinó a Braian Hernández. “Quiero empezar diciendo que la jurisdicción de la Comisaría 18 es la más complicada de la provincia”, arrancó: “es un lugar donde se nota mucho la ausencia del Estado”, e hizo hincapié en “los jóvenes que circulan de noche” y la “armas ilegales”. Paradójicamente, el arma que terminó con el niño de 14 años esa madrugada era reglamentaria y la portaba un uniformado, aunque relató que una de sus funciones era “cuidar que no se maten entre ellos”. Además, explicó que “uno sabe dónde están localizadas las banditas conflictivas” y que lo que “la gente del oeste” espera del Estado es presencia policial “porque es un trabajo social”.
Sobre el 18 de diciembre, Salas dijo que “se veía que iba a ser una noche tranquila”. Relató que vio un auto que venía de la zona en la que se ubicaba la “bandita champú” y que “generalmente un auto no baja a esa velocidad”. Remarcó haber visto que le apuntaban desde el interior del auto y haber sacado y cargado el arma de manera inmediata: “veo el arma que está apuntando a un metro de mi compañera y veo el destello”, afirmó y fundamentó que “disparé en esa dirección, ni siquiera pensé que le había pegado al auto. Pensé que le habían pegado a mi compañera”. Luego se subieron al móvil y se dirigieron al lugar en el que el vehículo que ocupaban los niños se detuvo.
Foto Cecilia Maletti
“Cuando llegamos, la secuencia que yo veo es el vehículo con la puerta abierta, con varios que se estaban dando a la fuga. Nos acercamos con cautela, lo primero que nos llamó la atención fue ver la luneta rota”, relató el policía. Lo peor en su declaración vino cuando empezó a nombrar a su víctima con descaro y fingiendo dolor: “lo veo a Braian, al nene, lo veo ahí. Veo al nene con el disparo en la cabeza, tomé conciencia de lo que había pasado, la ambulancia no venía más”. Dijo que se empezó a “desesperar” y que arrancó la ventanilla para sacarlo del auto y hacerle reanimación. “Cuando la ambulancia llegó, la situación se empezó a normalizar”, mintió: no hay normalidad en el fusilamiento de un niño.
“Nunca quise matar a nadie, yo defendí a mis compañeros. En todo momento hice lo que consideraba correcto”, asumió Salas: “el uso del arma es extremo, sobre todo contra niños, solo tiene que ser usada ante un peligro inminente”, que solo dos de los veintiséis testigos del juicio observaron.
“Yo no soy un asesino, estoy ayudando a la gente permanentemente”, dijo, “en la zona oeste la gente necesita mucho de la policía”.
“Yo entiendo que es cuestionable disparar a un auto, porque uno no sabe lo que hay adentro. Pero lo que yo sabía era que había un arma apuntándole a mi compañera, y para mí en ese momento disparó”, relató, aunque surge de toda lógica la inverosimilitud de que vea un arma pequeña y no a siete personas dentro del vehículo.
Foto Cecilia Maletti
En línea con la estigmatización que le permite victimizarse, Salas sostuvo que “el oeste es un lugar conflictivo, pero se puede hablar con la gente y nos acepta” y remató diciendo que “los conflictos con la policía se cuando uno evita que se maten entre ellos”.
“Yo siempre hice lo correcto”, afirmó Salas sin remordimiento y dijo no tener miedo a la sentencia, porque “uno tiene que cuidar a los demás, en este caso a mi compañera”. Concluyó pidiendo a la y los jueces “que no les hagan creer que soy un asesino”.

Perpetua para Salas, por haber matado a un niño

Pablo Vignaroli, fiscal en la causa por el asesinato de Braian Hernández, sostuvo en su alegato que “no se está cuestionando si Salas efectuó el disparo” ni “el modo en que se le dio muerte”, sino dos hipótesis: una de ellas basada en que hubo un “abuso por parte de un personal policial en el cumplimiento de sus funciones” y la otra en que hubo “legítima defensa de un tercero”.
Fiscal Pablo Vignaroli y abogado
Federico Eguea - Foto Cecilia Maletti
“Esto es un rompecabezas”, dijo Vignaroli: “aquí no existió ningún tipo de acto que al policía lo hubiera habilitado a efectuar el disparo de la forma en que lo hizo” pues “resulta irrelevante si los chicos tenían o no un arma”. Luego ironizó con que “si vio un arma, ¿no vio la cantidad de personas que iban en el interior? Si vio el arma, vio también a las personas que iban adentro”, argumentando que “salvo Salas, nadie vio que en el interior del auto haya un fogonazo” y especulando con que “cuando Salas efectuó el disparo, cualquier peligro inminente para él o para terceros ya había desaparecido”.
“Existió un disparo dirigido con intención de generar un daño en alguna de las personas que iba en el interior del auto”, alegó el fiscal. “Se encuentra plenamente acreditado que la muerte de Braian Hernández se dio en las circunstancias que se mencionaron y que el autor de dicho disparo fue Claudio Salas. Solicitó que se lo condene a cadena perpetua por homicidio doblemente agravado por el uso de arma reglamentaria y en cumplimiento de sus funciones.
La querella representada por Angélica Acosta y Federico Egea, abogada y abogado de la agrupación Zainuco, pidió la misma pena para el único imputado en la causa, agregando que se investigue a los testigos policiales Fabio Portal y María Victoria Mardones por falso testimonio. Dijeron que quedó probada la inexistencia de un arma de fuego en poder de los chicos que se trasladaban en el auto con Braian Hernández, explicando que “es inverosímil que los chicos, que tienen miedo a la policía, les hayan apuntado con un arma que no funcionaba”, entre otras evidencias.
Fiscal Pablo Vignaroli, abogado Federico
Egea, abogada Angélica Acosta, Ely
Hernández - Foto Cecilia Maletti
“Hasta las cuatro y media de la mañana, en la escena solo hubieron policías”, destacaron desde la querella, tiempo suficiente para manipularla. También resaltaron que no consta ningún registro radial en el que se informe la presencia de personas armadas en las irradiaciones mencionadas por los policías.
“¿Qué intención que no sea matar a una persona tiene quien dispara a esa luneta?”, remarcaron Acosta y Egea y sostuvieron que “no existen elementos que justifiquen la conducta de Salas”, haciendo alusión a la permanente definición de la jurisdicción como “peligrosa”. Definieron la conducta del homicida confeso como dolosa y doblemente agravada.
Nahuel Urra y Gustavo Lucero, defensores de Claudio Salas, afirmaron que “actuó con la finalidad de defender a la agente Mardones”, explicando que “sí hubo dolo directo de defensa, pero no de homicidio”.
Abogados Nahuel Urra y Gustavo Lucero
- Foto Cecilia Maletti
Basaron su alegato en el permanente encuadre de la zona de la ciudad como una región de alta peligrosidad para los uniformados y en una supuesta buena fe del asesino.
“Convengamos que ni es una jurisdicción cualquiera”, remarcaron sobre el oeste. En contra de cualquier sospecha contra el relato policial, dijeron que “por ley las manifestaciones de funcionarios policiales merecen plena fe, a no ser que sean anulados” y que “estamos obligados a creerle a los policías”.
Respaldándose en el artículo 34 en sus incisos 6 y 7 del código procesal penal que habilita “a un policía o a cualquiera” a defenderse “por el medio que esté a su alcance”, solicitaron la absolución del asesino confeso de Braian Hernández.

2 comentarios:

  1. Pregunto que hacia un menor, a la 3 de la mañana, tomando cervezas, con amigo, o arriba de un auto. si la madre hubiese controlado a ese chico, otra seria la historia. que haceia ese niño con un arma?

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