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Diario del juicio

Todo el material aquí vertido pertenece a la Multisectorial contra la Represión y la Impunidad de Neuquén y puede y debe ser difundido.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Fusilaron a un niño

Falleció el joven baleado por la policía 
Fuente 8300web, 20 de diciembre de 2012

Esta mañana fue desconectado Brian, el joven de catorce años que ayer por la madrugada había sido baleado por la policía en un nuevo episodio de abuso de poder. “La policía se maneja como si fueran su estancia los barrios y siembran terror”, dijo Gladys Rodríguez, de la agrupación Zainuco, en diálogo con La Palangana.
El impacto fue en la cabeza y por tal motivo su situación de muerte cerebral había sido considerada irreversible. Hace minutos Brian fue desconectado perdiendo la vida, un día y medio después de que un oficial de la policía de Neuquén decidiera disparar a la luneta del auto en el que viajaba con amigos por no haberse detenido ante la voz de alto.
Elizabeth, la mamá de Brian, confirmó el fallecimiento de su hijo: “nos dijeron que ya no había más nada por hacer y ahora es el peor momento de mi vida”. “Me robaron la mitad de mi vida”, dijo, y aclaró que “nada de lo que la policía dijo es cierto”.
“Se supone que la policía es la que nos tiene que proteger como sociedad, sale así a matar y mintiendo, como por ejemplo decir que habían visto un arma”, expresó la madre de Brian y se refirió a Claudio Salas, el oficial de la policía neuquina que disparó, diciéndole que va a ir a prisión.
Contó también que pasó un patrullero frente a su hogar a velocidad muy reducida y su otro hijo les solicitó que se fueran porque estaban provocando, recibiendo como respuesta la amenaza de que le iba a pasar lo mismo que a su hermano.
“Es una decisión política, tenía que desembocar en una cosa así”, señaló Gladys Rodríguez, miembro de Zainuco, agrupación que se constituirá como querellante por la familia de Brian en la causa por su asesinato: “parece ser que la policía no encuentra otra manera de detener un vehículo que se asusta cuando da la voz de alto” y agregó que “la única manera que tiene de parar el auto es disparar a la luneta y pegarle un tiro en la cabeza a uno de los pibes. En el auto había chicos de trece y catorce años que les habían sacado el auto a sus viejos para salir a dar una vuelta. Una travesura en Neuquén termina en tragedia porque la policía dispara al cuerpo. La policía tira a la cabeza”.
“Esto es doblemente grave, porque se trata de un niño que acababa de terminar la primaria”, dijo la referente de Zainuco, y argumentó que “hay una decisión política de arrasar con los pobres: acá hay un responsable importantísimo que son los fiscales, que son los jueces que no condenan a la policía”.
“Se sabe de la desprotección, se sabe de cómo intentan justificar esta payasada que hicieron ayer en conferencia de prensa con una presunción de que habrían visto la culeta de un arma”, dijo Rodríguez.
La mujer contó también que luego de tener durante tres horas incomunicados a los jóvenes, exhibieron un arma que ellos jamás habían visto y una bolsa con poxirán diciendo que  “no se podía hablar con los chicos porque estaban drogados”. Sin embargo, dijo Rodríguez, “los chicos no consumían poxirán y salieron completamente lúcidos” y además “contaron que lo habían arrastrado a Brian de los pies por el asiento y por el suelo”.
Esto ya no es gatillo fácil. Esto es la impunidad instalada, homicidio policial. No se puede seguir llamando gatillo fácil a estos casos porque son una decisión institucional”, reflexionó Gladys Rodríguez, de Zainuco.

No me mates
Fuente: 8300web, 19 de diciembre de 2012

Tengo hambre. Tengo frío. Tengo calor. Tengo sed. Tengo mugre. Tengo dolor. Tengo bronca. Cometí un delito. Te caí mal. Estás aburrido. No me mates.
Por Soledad Arrieta
 Otra vez un pibe fue fusilado en Neuquén. Gatillo fácil es un término muy leve, muy domesticado para lo que le cabe a estas acciones homicidas vinculadas al abuso de poder de los uniformados avalado por las autoridades. Porque este tal Salas empuñó el arma (que el Estado le dio) para disparar a alguien porque se le cantó o vaya a saberse por qué.
Apretó el gatillo, es cierto, y seguramente lo hizo con facilidad. No sé si habrá apretado también los ojos, o los dientes, o si el pibe habrá llegado a gritar o a llorar.
Estas cosas no pasan en el centro de la capital ni en los barrios donde viven las personas de clase media y alta. Pasan en el Oeste, pasan en Cuenca XV, pasan en Sapere. Y en las cárceles. Pasan por donde no pasa ni la justicia, ni la política fuera de campaña, ni la mirada de las y los bien posicionados. Les pasa (se lo hacen) a los jóvenes, los mismos que van en cana, los mismos que entran en ese circuito armado para la exclusión como tortura preparatoria de todo lo que les espera si es que no pegan un laburo en el petróleo y les cambia la suerte. Porque la gente de plata no va presa. Porque la gente de plata es buena.
Disparen, apunten, fuego. Pobre a la vista. Militante al acecho. Joven en la costa. Cuidado.
Catorce años tenía el pibe. Cinco menos que Matias Casas, casi la mitad que Cristian Ibazeta. Todavía no tiene nombre, todavía no tiene rostro. Lamentable el motivo por el que pasará a tenerlo para quienes de ahora en adelante lo pensaremos como una víctima más de la violencia estatal que no entiende de democracias ni de derechos: preferiría no haberlo conocido.

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